Divisamos una casa que huele a leña, abrumada por el pasar de los años la casa perdió su color pero conserva su estructura, el corazón de la casa nos abrió la puerta a un mundo que no conocíamos mas allá de su vital y lucida memoria que acompaña a Doña Juanita .
Una mujer que ha entregado casi 8 décadas de existencia a las verdes sementeras de Tocachi, su mirada profunda y los secretos de sus manos agrietadas , nos cuentan su estrecha relación con la pacha mama, y es que la agricultura fue su vida……
Una actitud positiva que nos renueva por completo, nos invito a olvidar donde estábamos y nuestra azul rutina, de una singular manera nos transporto a sus tiempos imborrables en su memoria y palpables en nuestra imaginación gracias a su detallada descripción de su Tocachi Lindo.
En sus buenos tiempos, de producción agrícola en abundancia, el trabajo que no faltaba. Los granos eran el menú principal de su almuerzo, a sus 83 años recuperamos su sonrisa gracias a los recuerdos que le mantienen viva.
Doña Juanita nos ayudo a comprende que la felicidad esta en las pequeñas cosas que la vida día a día nos ofrece, en la mayoría de los casos se nos han vuelto invisibles en un mundo materializado que nos come vivos.
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